Uno de los mejores momentos para comprender la obra de un artista es el de visitarlo en su estudio, en su taller, en su particular laboratorio. Esos espacios de creación suelen ser muy autobiográficos, ya que en ellos se acumulan imágenes de inspiración, pruebas de trabajo, ensayos abandonados o después seguidos, fetiches, trucos, anticipos precursores, restos de naufragios, de vísperas y de esperas. Ese momento es aún mejor si en el estudio, en el taller, encontramos al artista trabajando y vemos cómo se prepara para la acción, de qué se reviste, cómo se sienta, o se queda de pie o se tumba, cuánto se mancha, cuánto sufre, cuánto goza, cuánto y cómo gesticula, cuánto pasea, cuánto está quieto, cuánto mira, cuánto y cuándo se acerca o se aleja de la obra, cuándo se olvida del tiempo, cuándo empieza y cuándo sabe parar.

          Yo tuve la experiencia de ese privilegiado momento hace años, más de quince, con Juan Moral, visitándolo en su estudio de Torrelodones. Eran épocas de litospacios y lo vi trabajando en uno enorme, colocado sobre soportes que lo mantenían horizontal.........

Pedro Moleón
Arquitecto